Vivimos en el mundo del “CLICK”, todo se hace por y a través de un click.
Siempre pensamos que si tememos la mejor cámara, no solo en precio si no en prestaciones, seremos capaces de hacer las mejores fotos y es una frustración ver después de disparar que no sale nada de lo que esperábamos.
Además de la preparación técnica, que es algo indiscutible, está lo que realmente importa: el saber qué buscamos cuando disparamos.
No hace tanto tiempo salíamos con la cámara y con un carrete para 36 fotografías, sí, sí, 36 fotos. Era un engorro cambiar de carrete y una pasta revelarlo después. Esto te obligaba a valorar cada “CLIK”, a planificarlo y meditarlo. Ya no te digo si llevabas focal fija y no un zoom, lo que te obligaba a moverte del sitio y a buscar un buen encuadre. Se interactuaba más con la captura, te hacía pensar más y a la larga sacarle más partido a una escena.
Muchas veces hacemos fotos sin saber por qué y para qué. Vemos una escena y sentimos la necesidad de capturarla pero nunca nos paramos a pensar si nosotros capturamos la escena o es ella quien nos captura a nosotros.
Decía Ansel Adams, entre otros, que hay que buscar fuera la imagen que tienes dentro. Al entender “realmente” por qué queremos hacer las cosas es cuándo podemos actuar y así plasmar lo que queremos.
Es magnífico descubrir qué quieres contar, buscar las herramientas y la escena perfecta y hacerlo. Te das cuenta realmente de por qué tirabas fotos sin saberlo. La voz esa que te susurraba al oído “dispara” ya no te susurra, ahora interactúas con ella y decidís cuándo y por qué hacerlo.
Ya se puede salir tranquilamente con una focal fija y un carrete, no de 36 si no de 12, porque sales a hacer “LA FOTO”, sabes cuándo, a dónde y para qué vas.
Ojalá en la vida todo tuviera tanto sentido o por lo menos fuéramos capaces de dárselo.
Os dejo el siguiente vídeo de Ansel Adams donde habla con más profundidad sobre el tema.